LA VENTA
DE LA TRUCHA
Y EL FURTIVISMO
¿POR QUÉ?
Ordoño Llamas Gil ( 03- 01- 86 )
Hagamos un poco de memoria.
Recordemos que la temporada de pesca de 1.984 fue de coyuntura crítica (de
crisis) entre las epidemias y el furtivismo, que habían diezmado (casi
exterminado en algunas zonas) la población truchera de nuestros ríos. Y podría
afirmarse que este último, en sus múltiples facetas (nasas, tiraderas o
garrafas, redes de todo tipo, sedales durmientes variados, el sistema del
“robo” con grampín o aparejos de varios anzuelos, los arpones, tenedores,
fusiles subacuáticos, o los venenos como la lejía, la morga, los polvos de gas,
o el mas sofisticado sistema de la pesca con corriente eléctrica, sin olvidar
la proletaria pesca a mano y el brutal procedimiento de la dinamita. Las huevas
de salmón y el asticot también son culpables de que nuestras aguas, con toda su
contaminación, se vean despobladas de este excepcional salmónido.
Sinceramente, ¿no creen nuestros
ilustres dirigentes que con sólo esta medida se habrían acabado la casi
totalidad de los problemas importantes que plantea el sector, pues sólo sería
necesario vigilar de día a los de caña (que sufren, pagan y soportan todo) y a
algún que otro veraneante camuflado de bañista?
¿No saben que a costa de las pobres
truchas y con el producto de su pesca furtiva se han construido chalés,
comprado pisos, adquirido automóviles modernos, abierto y mantenido bares y
casas de comidas, soportado juergas y comilonas, pagado recomendaciones,
engordado cuentas bancarias, etc. etc.?
¿No tiene constancia expresa de que
esta clase de individuos no necesitan licencia de pesca de ningún
tipo, y por tanto no contribuyen a soportar los gastos de ese
Organismo? Porque no se me dirá que con el importe de las cuatro multas de
escasa cuantía que se les aplican casualmente, justifican su existencia. La
reacción a la multa es la pesca intensiva en los días siguientes, para
compensar su importe, duplicado o centuplicado.
¿No conoce tampoco de los
restaurantes, bares, hoteles y casas de comidas de toda la provincia y también
de Madrid, siempre surtidos del preciado pez, de sus medios para conseguirlo o
de sus proveedores, también diarios o periódicos?
¿No sabe tampoco que no se podrán
hacer nunca estadísticas honradas, pues de hacerse resultarían falseadas? Si se
tienen en cuenta los kilos o ejemplares de truchas pescados por medios
ilícitos, sería vergonzante para quien está encargado de hacer cumplir la Ley,
tener que reconocer la enorme diferencia entre estos y los pescados legalmente.
Y si no se incluyen, aún peor, por lo que puede tener de ignorancia, de
ocultación disimulada de la realidad o de publicación de cifras inciertas, muy
por debajo de la producción truchera de nuestros ríos, por evitar la natural
reacción crítica que produciría entre los aficionados a la pesca con caña y
entre la opinión pública en general.
¿Tampoco saben que nuestros ríos no
tendrían necesidad de repoblaciones de ningún tipo si se prohibiese su venta,
pues se repondrían con creces por sí mismos de las pérdidas o bajas habidas en
toda una temporada de pesca?
El mejor ejemplo lo tenemos en la
temporada de 1.984, en la cual se anticipó la veda debido a la mortandad habida
durante la primavera, a consecuencia de la saprolegniosis. No fue necesario
prohibir su venta, pues debido a algunas oportunas opiniones vertidas en los
medios de comunicación sobre el posible peligro de consumir truchas enfermas,
esta se anuló casi por completo, y como no hubo apenas consumo en restaurantes,
hoteles, bares, etc. de esta provincia, el furtivismo quedó paralizado casi en
su totalidad. Debido a esto principalmente, en la actual temporada de 1.985
hemos podido ver cómo nuestros ríos estaban prácticamente recuperados, habiendo
aumentado considerablemente la población de truchas en el transcurso de una
sola veda. ¿Por qué? Porque no se las había pescado furtivamente el año
anterior; porque estaban enfermas y no se vendían; porque no se comían en
establecimientos públicos; porque incluso las esposas de los pescadores de caña
les decían a sus maridos: “A mí no me traigas esa porquería a casa.
Regálalas”. De seguir vendiéndose las truchas, los pescadores de caña
tendremos que rezar para que venga en nuestra ayuda la saprolegniosis, pues por
lo menos podrán desovar con tranquilidad las que se salven, su venta se
reducirá al mínimo y los guardas no necesitarán vigilar, como no sea para
recoger y enterrar las que puedan morir enfermas. Triste ¿no?
Como anécdotas de pesca furtiva las
hay por miles, solo recordaré algunas por su especial significado.
En una ocasión cierta persona muy
allegada a mí se hallaba de visita en casa de un amigo, en una localidad del
río Órbigo, y salió la conversación de las truchadas que pescaba furtivamente
el visitado. Según el, y como quiera que en los últimos años existía demasiada
competencia nocturna y la población de truchas había descendido
considerablemente, éste, entre jocoso y divertido, instaba a mi amigo para que
viese la forma, ya que pertenecía al mismo ministerio que el ICONA, de que se
poblase el río Órbigo con nuevos alevines, “pues de seguir así nos vamos a quedar
sin truchas para pescar” según su propia expresión rematada con una
sonora carcajada...
Si fuera posible reunir en una
grabación todas las sarcásticas carcajadas emitidas por nuestros consolidados
furtivos haciendo gala de sus hazañas (casi siempre nocturnas),
tendríamos que reducir el volumen de nuestros receptores, pues de otro modo
sería perjudicial para nuestros tímpanos escuchar tal algarabía.
En otra ocasión, un prestigioso
pescador del Bernesga y adyacentes, me decía con cierta ironía que
sería conveniente autorizar el procedimiento eléctrico, concediendo licencia para
pescar con cables. Y también se reía... “Al fin y al cabo, dicen que
también los utiliza ICONA o autoriza su utilización para proceder a
extracciones de pesca por motivos científicos”. Y aquí fue
donde su forma de reír me pareció contagiosa.
En Asturias saben muy bien lo que es
pescar los salmones con cucharilla... Por eso se la han prohibido, para que no se
le pierda la paleta y queden los anzuelos solos, y se les puedan enganchar “sin
querer” por cualquier parte del cuerpo a los pobrecitos salmones.
Y que luego nos vengan con el
fabuloso cuentecito del lucio y de su voracidad. No existe mayor voracidad que
la del “lucio de dos piernas”. Pero de eso será mejor hablar en otra
ocasión.
¿Seguiremos vendiendo las truchas
hasta su exterminio?
¿Qué clase de conservación de la
naturaleza es esta?
Por Ordoño Llamas Gil; Artículo en Prensa, año
1986
Patrocina; http://depisaude.com/
https://www.facebook.com/paginakokobell
Patrocina; http://depisaude.com/
https://www.facebook.com/paginakokobell
Hubo un tiempo, no muy lejano, que la trucha tenía otras connotaciones y el río era la dispensa de la gran mayoría de los pescadores, pero hubo también quien vio más allá de la punta de la caña y nos regaló un pronóstico tan certero como fatal.
ResponderEliminarGracias Ordoño por abrirnos los ojos por aquel entonces.
El consentir la venta de las truchas, el pescarlas por medios no lícitos, el llenar la boca con fanfarronadas presumiendo es algo que clama al cielo.
EliminarPero no olvidemos que todo esto se ha visto incrementado en esta crisis que ataca de lleno a muchas familias que buscan la aportación de ingresos aunque sea con malas artes; favorecido por la escasa vigilancia de las autoridades……
En cierta ocasión tuve el placer de decirle al Jefe de Vida silvestre las siguientes palabras:
Creo en nuestros ríos, en su capacidad de regeneración, en un motor para nuestra economía, atrayendo turismo de dentro del País y de fuera de nuestras fronteras, por eso creo que se les debe “cuidar y vigilar”, sin embargo este último año la vigilancia fue poco menos que testimonial, nunca estuvieron los ríos tan desprotegidos y sin tan poca guardería.
Lo malo es que después de estas palabras `pronunciadas en el año 2012 ha seguido siendo igual o peor.
Esto lo saben los furtivos de garrafa, trasmallo y también los de caña…usando artes prohibidas, o por algunos pescadores que dicen pescan S/M y sin embargo aprovechan para llevarse sus capturas, no nos engañemos, no hay un solo culpable, hay muchos más entre ellos el peor es no guardar este tesoro por quien tiene las competencias.
Pero diremos esta frase que sintetiza este escrito:
“Entre todos la mataron y ella sola se murió”
No necesita traducción de su significado pero me tomo la licencia de copiar: (En ocasiones se achaca a una sola persona o a una única causa el daño producido por muchas, un daño que ya no se puede remediar. Se emplea cuando nadie desea asumir la parte que le corresponde de responsabilidad de algún suceso infausto, en cuyo resultado han contribuido varios factores.)
Así es amigo Venancio, yo fui testigo de esas palabras que con toda la razón dirigiste al responsable de Vida Silvestre de León, pero como ves esto no hay quien lo arregle, el deterioro es muy grande y como no tomen medidas urgentes nuestra afición se acaba.
EliminarUn abrazo.
La verdad que es una pena, pero es la cruda realidad.
ResponderEliminarMuy buen blog, enhorabuena.
Saludos.
Ordoño lo predijo y así pasó, siempre toman medidas tarde.
ResponderEliminarGracias compañero.
Saludos.